Lo que el ciclismo me enseñó sobre trabajo en equipo.
- Francisco Alejandro
- 2 may
- 3 Min. de lectura
Inicié en el ciclismo allá por el año 2013. Como muchos, empecé con paseos cortos, empujado más por la curiosidad que por la ambición. Era —y sigo siendo— un ciclista amateur, sin pretensiones profesionales, pero con una pasión muy real por el deporte y los desafíos personales. Para el año 2014, junto con un grupo de buenos amigos —Eduardo, Gilberth, David, Javier, Paqui, Mauricio, Carlos, Hugo, Fabián y Sigifredo— decidimos lanzarnos a una de las mayores locuras que podíamos imaginar en ese momento: participar en La Ruta de los Conquistadores, en aquel momento una de las competencias de MTB más duras del mundo.
Después de esa experiencia, vinieron otras aventuras: tuvimos la oportunidad de competir en Panamá, México y Guatemala, en eventos de alto nivel, donde el esfuerzo, la estrategia y el trabajo en equipo eran tan importantes como las piernas fuertes y el corazón resistente.
Nos cuidábamos. Nos apoyábamos. Nos esperábamos. Celebrábamos juntos cada cima conquistada y nos dábamos ánimo en cada situación difícil. Claro que cada uno quería hacerlo bien, mejorar su rendimiento y superar su propio tiempo, pero nunca a costa del otro. Si uno se quedaba atrás, lo esperábamos. Si alguien pinchaba una llanta, todos se detenían. Porque sabíamos que el verdadero logro no era cruzar la meta, sino hacerlo juntos.
Y fue en esas aventuras, subiendo montañas, bajando laderas complicadas o luchando contra el barro, donde comencé a darme cuenta de algo que hoy forma parte de mi filosofía como consultor: dirigir una empresa se parece muchísimo a correr una carrera de ciclismo.
La competencia no es el enemigo, el ego sí.
A veces, en el mundo empresarial, se tiene la falsa creencia de que para avanzar hay que competir ferozmente incluso con los del mismo equipo. Que el ascenso profesional o el éxito de una idea depende de destacar sobre los demás, a veces a costa de ellos.
Pero una competencia sana, como en el deporte, es aquella que te impulsa a mejorar, a dar lo mejor de ti, sin sabotear al otro. Una competencia que admira y respeta el esfuerzo del compañero y celebra los logros compartidos. Esa es la clase de competencia que construye equipos sólidos, no egos frágiles.
Las empresas que avanzan son las que pedalean juntas
En la consultoría he aprendido que las empresas que prosperan no son las que tienen a las “estrellas” más brillantes, sino las que han aprendido a coordinarse como un pelotón. Que se cubren en los momentos difíciles, que se comunican constantemente, que ajustan el ritmo según la necesidad del equipo.
Sí, el talento individual importa. Pero es la cultura de colaboración y apoyo mutuo la que marca la diferencia entre una empresa que sobrevive y una que trasciende.
¿Y si lideramos como se lidera un equipo de ciclistas?
¿Qué pasaría si los líderes empresariales dejaran de pensar en su equipo como una jerarquía de escalones y comenzaran a verlo como un grupo de ciclistas enfrentando una misma ruta?
Unos jalando al grupo cuando hay que subir.
Otros marcando el paso en el llano.
Y todos celebrando en la meta, sin importar quién llegó primero.
Porque al final del día, como en aquella competencia de La Ruta de los Conquistadores, el verdadero logro no era llegar solo… sino que todos llegaramos bien.
Consejos para cultivar competencia sana y trabajo en equipo en tu empresa.
Define objetivos comunes. Asegúrate de que cada persona entienda que su trabajo contribuye a una meta compartida.
Reconoce el esfuerzo del equipo, no solo los logros individuales. Premiar solo al “mejor” puede fomentar rivalidades innecesarias.
Fomenta la comunicación abierta. Los equipos sólidos conversan, se escuchan y se dan retroalimentación de forma respetuosa.
Promueve el mentoring entre compañeros. Quien sabe más, puede ayudar a quien está aprendiendo.
Celebra los logros colectivos. Una victoria compartida es más poderosa que diez individuales.
En Pecunia, también pedaleamos juntos.
En Pecunia Consultores, trabajamos constantemente con nuestros clientes para desarrollar este tipo de cultura organizacional. Sabemos por experiencia que cuando ayudamos a una empresa a construir confianza, cooperación y competencia sana entre sus equipos, los resultados no solo se ven en los estados financieros, sino también en el clima laboral, en la motivación y en el orgullo de pertenencia.
Nos toca liderar procesos donde muchas veces el reto no está en los números, sino en las relaciones. Y como en el ciclismo, ahí también hay cuestas, caídas, y grandes metas por conquistar.
¿Tu equipo pedalea junto o cada quien va por su lado?

Comments